Despedida...

Este es el último post que escribo sobre Daniel, no porque de pronto lo haya dejado de extrañar o por fin descubriera cómo sacar todos estos recuerdos, si ni siquiera me he atrevido a borrar sus mails, menos sus mensajes...No lo he hecho porque no quiero hacerlo, por que no quiero borrar los buenos recuerdos.

Este último post sobre él es porque quiero seguir con mi vida, para recordarme que a pesar de que no va a regresar yo tengo una vida con la cual seguir y que antes de él yo tenía objetivos, sueños y metas. Cosas que en algún momento considere compartir con él, porque en algún momento soñé compartir mi vida con él por el resto de mis días.
Ya no reclamo sus mentiras, incluso entiendo que le haya sido infiel a su novio y que nos haya mentido a los dos, sé que lo único que quería era no lastimarme, no lastimar a su novio y no lastimarse, no lo justifico.
Ya no quiero justificar, ni minimizar las cosas que estaban mal con un simple: Es que lo quiero mucho.

A veces las cosas no salen como esperabamos, pero ya me di cuenta que no por eso podemos sentarnos a llorar nuestra desgracia siempre, que tenemos que seguir adelante por nosotros mismos.
Al día siguiente de cortar con Daniel le pregunté a mi mamá: Y ahora que voy a hacer? Ella me dijo que tenía que seguir adelante, después me di cuenta que eso era lo que tenía que hacer, pero qué si no quería seguir??

A veces el dolor y el llanto nos nublan no sólo la vista mientras las lagrimas llenan nuestros ojos, también hacen que nuestros objetivos de vida aparezcan borrosos frente a nosotros, creo que sólo es cuestión de tiempo para poder enfocarnos nuevamente en eso y decidirnos a seguir adelante.

Probablemente yo no vuelva a hablar con Daniel, probablemente sea cierto que no le interesa lo que siento o si sigo vivo o muerto. Yo sólo espero que algún día podamos perdonarnos lo que hicimos y conservar un buen recuerdo de nuestro tiempo juntos.

Por lo pronto a mi me toca seguir con mi vida, no quedarme estancado en lo que pudo ser, quizá algún día pueda volver a escuchar a alguien hablar portugués sin sentir un hueco en el pecho.